El transporte terrestre no comenzó con la llegada a las puertas de los hogares de los repartidores de paquetería. Para poder llegar hasta ese punto han sido necesarios no solo siglos sino milenios de evolución, desde las formas más arcaicas de trasladar mercancías. Conocerlas, además, no solo supone simplemente un ejercicio de curiosidad, sino que puede darnos las claves para saber interpretar y conocer por dónde seguirá la evolución del transporte terrestre en los años venideros.
Evolución del transporte terrestre: desde la rueda hasta el tráiler
Probablemente el hito más importante en la evolución del transporte terrestre sea la rueda. Según la mayoría de estimaciones, este invento tuvo lugar alrededor del año 3.500 a.c., por lo que lo separan más de 5.000 años de nuestros días.
Los caballos y los bueyes fueron, junto a la rueda, eje del transporte terrestre humano durante muchos siglos. El otro elemento fundamental lo componían las carreteras. Muchas de las grandes civilizaciones de la antigüedad supieron ver con claridad cómo la mejora de las carreteras facilitaba el comercio y las comunicaciones, aportando riqueza y mejora en la calidad de vida de sus ciudadanos.
Los romanos fueron unos afamados constructores de carreteras. Pero a menudo resultan más desconocidos los esfuerzos que hizo, por ejemplo, Darío I el Grande en el Imperio persa con su Camino Real Persa, que comprendía 2.699 kilómetros y que sus mensajeros podían cruzar en apenas siete días.
La llegada de la máquina de vapor
A finales del siglo XVIII llegó un invento que haría envejecer rápidamente a los anteriores sistemas: la máquina de vapor. El ingenio creado por James Watt dio inicio a la edad de oro del ferrocarril como rey del transporte terrestre. Las nuevas máquinas no se cansaban como los animales y podían avanzar día y noche. Por todo el mundo se fueron tejiendo vías férreas, cambiando para siempre nuestra manera de entender las distancias. El mundo, de repente, se había hecho más pequeño.
La era del tráiler
Pese a la fulgurante llegada del ferrocarril, el hombre nunca se ha detenido en su búsqueda de mejoras. Por eso, en los últimos 50 años se ha producido un vuelco y ahora la evolución del transporte terrestre tiene como nuevo dueño a la carretera. En estas décadas la carretera ha sobrepasado al ferrocarril en la cantidad de mercancía transportada gracias a su flexibilidad, a su capacidad para hacer entregas puerta a puerta, etc. Por ello, cuando en la actualidad hablamos de transporte de mercancías es probable que la imagen que nos venga a la cabeza sea la de un tráiler.
Conclusiones de la evolución del transporte terrestre
Atendiendo a la evolución del transporte por carretera vemos que, en sus diferentes formas, ha ido dando respuestas a las preguntas de su tiempo. Uno de los grandes retos de la actualidad en el mundo de la logística es el dar respuesta a la logística urbana de las grandes ciudades. Las necesidades de repartos y entregas crecen, pero las urbes tienen problemas para facilitar los accesos al transporte: restricciones horarias, límites de contaminación, imposibilidad de dar más espacio a las calles y carreteras… Ya en los tiempos del emperador Augusto las carretas y los caballos estaban sujetos a restricciones respecto a su uso en las ciudades. La logística lleva siendo desde hace siglos el arte de equilibrar las necesidades con la realidad en que nos movemos.
Otra pista que nos da la historia es que la búsqueda de nuevos sistemas de transporte más eficientes no va a detenerse. No solo la pelea por encontrar motores mejores, más limpios, que hagan más kilómetros con menos gasto, etc. Sino nuevos jugadores hasta ahora inexistentes, como puede ser el reparto de paquetería mediante drones.
Pero los nuevos ingenios provocarán nuevas necesidades de mejora. Los drones exigen nuevas normas para legislarlos, y el respeto por el medio ambiente exige nuevos combustibles y motores. Del mismo modo que la invención de la rueda llevó a la mejora de las carreteras para soportar el tráfico de carros o las mejoras de los sistemas de raíles ante la expansión del ferrocarril.
En último lugar merece la pena subrayar una de las grandes constantes del transporte desde su nacimiento, y es lo inseparable que ha sido de la actividad humana. El transporte acerca bienes y personas, facilita el comercio, la creación de riqueza, el intercambio de los productos que son frecuentes en un lugar para cambiarlos por aquellos que son escasos. La necesidad del hombre por comerciar y por conocer más de su prójimo hace que el transporte terrestre -y el transporte en general- vayan a seguir evolucionando a su lado por mucho tiempo.
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